Disfruta del silencio interno

Disfruta del silencio interno

Quédate en silencio, cultiva tu propio ser interno. Respeta la vida de los demás y de todo lo que existe en el mundo. No trates de forzar, manipular y controlar a los otros. Conviértete en tu propio maestro y deja a los demás ser lo que son, o lo que tienen la capacidad de ser.

No compitas con los demás, vuélvete como la tierra que nos nutre, que nos da lo que necesitamos. Ayuda a los otros a percibir sus cualidades, a percibir sus virtudes, a brillar. El espíritu competitivo hace que crezca el ego y crea conflictos inevitablemente. Ten confianza en ti mismo, preserva tu paz interna evitando entrar en la provocación y en las trampas de los otros.

No te comprometas fácilmente. Si actúas de manera precipitada sin tomar consciencia profunda de la situación, te vas a crear complicaciones. La gente no tiene confianza en aquellos que muy fácilmente dicen “si”, porque saben que ese “sí” no es sólido y le falta valor. Toma un momento de silencio interno para considerar todo lo que se presenta y toma tu decisión después. Así desarrollarás la confianza en ti mismo y la sabiduría.

En nuestro viaje nos dirigimos hacia el mundo interior, vamos en dirección al origen, a la fuente, a la luz que origina la proyección. Por eso, es tan importante limpiar el subconsciente de contenidos inútiles que no son más que obstáculos que impiden y opacan la proyección de la luz.

Cuando todo está limpio de contenidos mentales innecesarios, lo que aflora es el silencio. Un silencio profundo que sentimos nacer desde lo más íntimo de nosotros mismos y que no está, en modo alguno, condicionado por el mundo exterior. Es probable que en el exterior continúen los sonidos, las imágenes, las impresiones, las distracciones… pero ya no nos afectan.

Hemos retornado al origen y experimentamos paz y alegría, la dicha natural de sentirnos parte de la vida. El amor ha hecho acto de presencia. Un amor pleno que lo abarca todo, sin límites ni condiciones. Un amor que se queda instalado en el corazón para siempre, porque se comprende por experiencia que siempre estuvo ahí. Has regresado a casa.

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